Ah, i s'accepten peticions per a futurs articles...
¿Estás contento con tu familia?... ¿No?... ¿La quieres
cambiar? Pues vigila con lo que deseas porque se puede hacer realidad. Esto es
lo que le pasa a un padre de familia, interpretado por Franck Dubosc, a la
película ¿Quién es quién? (Le Sens de la
Famille, 2020), dirigida por Jean-Patrick Benes. Dubosc acaba solo
en una atracción en el parque después de dos horas haciendo cola los cinco para
que, en el último instante, la madre se pelee con los dos hijos adolescentes y
la pequeña justo quiera ir al baño cuando les toca subir. Es en este solitario
paseo en cabina que piensa en la mala suerte de tener una familia como la que
tiene y que quisiera que fueran muy diferentes.
Y al día siguiente, justo al levantarse, se dan cuenta
que se ha cambiado la mente entre los cinco: la madre ahora es la pequeña, la
pequeña es el padre, el padre es su hijo, el joven es la hermana y la hermana
es la madre... más o menos, para que la gracia de la película es que se van
cambiando, aparentemente, cada día. El
intercambio de cuerpos es un género bastante recurrente en el cine: hay
ejemplos de intercambios consigo mismo como Tom Hanks en Big (1988) (en este caso pasando de niño a adulto),
o, lo más habitual, entre dos personas, como Jamie Lee Curtis y Lindsay Lohan
intercambiando los cuerpos entre madre e hija en Ponte en mi lugar (Freaky Friday,
2003), o, más reciente,
entre dos amantes interpretados por Stéphane de Groodt y Louise Bourgoin en la
película francesa Cariño,
yo soy tú (L'un dans l'autre, 2017).
Pero el intercambio entre varias personas y que se vaya
repitiendo a lo largo de la película no es tan habitual (aunque sí hay alguna
excepción puntual), y es que existe el peligro de que el espectador se pierda
para saber quién es quién en cada momento con tantas personas (en la película se
añade la abuela a los intercambios y, más tarde, una llama, pero eso es otra
historia). De hecho, en ¿Quién es quién? los mismos
personajes reconocen que es un lío y, en primera instancia, deciden ponerse un post-it en la frente con la identidad
del día y, más adelante, se ponen una camiseta con la cara correspondiente. Esta cierta complejidad frenó la idea
inicial de hacer una serie para la televisión, y la simplificación fue tan
extrema que el resultado final es esta película.
La trama se basa en tres pilares fundamentales:
- Primero, la
gran interpretación y la gran complicidad de los actores Franck Dubosc y
Alexandra Lamy, padre y madre, respectivamente, que ya
habían trabajando juntos protagonizando la comedia Sobre
ruedas (Tout le monde debout, 2018). La actriz Alexandra Lamy borda
la escena más hilarante de la película cuando, con la mente de su marido, acaba
pasando una velada (se entiende que íntima) con su amante, como si el marido
quisiera descubrir qué es lo que le da este amante que no le dé él,... y vaya
si lo descubre.
- Segundo, el
descubrimiento de la pequeña actriz revelación de diez años, Rose de
Kervenoaël, genial sobre todo en el papel de la madre,
haciendo que su papel sea muy verosímil. De ella también surgen algunos de los
momentos que buscan increpar al espectador, como cuando la vemos fumando
continuamente (curiosamente, en los créditos lo primero que aparece es un aviso
de que la niña no fumaba en realidad, que eran efectos especiales, mejor avisar
por si acaso).
- Y tercero, los
habituales malentendidos provocados por los cambios de sexo (que si tengo pene
o no, o tengo pechos o no), por los cambios de edad (abuela versus adolescente,
por ejemplo), o por los hábitos poco saludables (fumar o drogarse) o
estereotipados (adolescentes pendientes del móvil, etc.), todo ello característico de un juego de rol muy original, impregnado
también con una cierta picardía, por un lado, y con toques infantiles, por
otro.
De todos modos, la
película es más compleja de lo que parece, y un poco transgresora, a pesar de
que parte de una premisa simple al considerar una familia arquetipo que
claramente va en retroceso en nuestra sociedad: un padre, una madre y tres
hijos, considerado hoy en día como familia numerosa. Algunas escenas nos
invitan a reflexionar sobre lo que está bien y lo que está mal, o lo que
hacemos en función de la edad (por ejemplo, hay estudios que demuestran que
eres menos emprendedor con la edad, y que se puede aplicar en una de las subtramas
del guión)... también sobre el devenir de los años, la desilusión de la pareja,
los cambios en los adolescentes, la relación entre los hermanos, las parejas en
la tercera edad, etc.
Las
interpretaciones son tan buenas que se evita caer en la caricatura, con mucha
fuerza de la expresión corporal además de lo que puedan decir o hacer. Pero quizás les estaba quedando demasiado sería. Y a pesar de haber
grabado toda la producción en una relación de aspecto 2,39: 1 (la más habitual
en el cine hoy en día, más "horizontal"), el director decidió, en la
mesa de montaje, recortar todos los fotogramas a una relación 1,85: 1 (que
llena la pantalla de las televisiones actuales), con la convicción de que esta
relación ayudaba mejor a potenciar la comedia haciendo las escenas menos
pretenciosas. Puede ser también que el recorte ayude a darle un acabado más
cercano al de televisión que al del cine, pero esto se puede discutir... en
todo caso, ahora que lo sabéis, podéis hacer el ejercicio de imaginar lo que
falta a los lados de cada escena y que realmente se fotografió.
El continuo intercambio de cuerpos potencia justamente
las escenas delirantes y divertidas, pero el mensaje es más profundo y no se
esconde ni siquiera en el título en francés: «El sentido de la familia» (
Le
sens de la famille, en el original).
Para los miembros de esta familia, el sentido de su familia lo
encuentran después del camino recorrido, de la experiencia vivida, de la
capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona. Es en este sentido que
la película se parece más a
Pequeña
Miss Sunshine (Little Miss Sunshine, 2006), tal y como lo indican
sus propios guionistas, que la consideran un referente de
¿Quién es quién?.
Es por ello que adquiere un sentido más filosófico
cuando comprobamos que la familia se puede formular como la suma de las
identidades de los individuos que la forman y que debemos admitir que
necesitamos la mirada de los otros para esclarecer nuestra propia identidad: la habilidad de poder ponerse en el lugar
del otro es fundamental en una familia.
Es curioso como una película escrita en 2018 y rodada en
otoño de 2019 para ser estrenada a finales de 2020 y que se acaba estrenando en
verano de 2021, nos haga una especie de sacudida para recordarnos la
importancia de que las familias deben ser (debemos ser) empáticas si queremos
sobrevivir en época de pandemia.
¡Nos vemos en las salas de cine!