viernes, 22 de abril de 2022

Article a @ElCinefilCat «Els límits de la provocació amb piulades anònimes»

«Els límits de la provocació amb piulades anònimes»


El meu article número 108 a la revista virtual "El Cinèfil, la revista de cinema en xarxa i en català" (i gratuïta).

Amb motiu de l'estrena de la pel·lícula Arthur Rambo del director francès Laurent Cantet, dedico l'article al cas real en que es basa i plantejo les preguntes que ens fem avui en dia al voltant de les limitacions del que diem i l'ús o abús de l'anonimat a les xarxes socials. 

Teniu l'article, en català, al següent enllaç:



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http://elcinefil.cat/author/jordiojeda/

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A continuación tenéis el artículo traducido al castellano:


Los límites de la provocación con tuits anónimos
El director Laurent Cantet presenta el caso Mehdi Meklat

Jordi Ojeda

«Hitler no hizo nada malo», «Hitler tenía razón, odio a los judíos», «Odio a las feministas, deberían morir y ser quemadas en el infierno», «Bush generó el 11-M y Hitler habría hecho mejor trabajo que el mono [Barack Obama] que tenemos ahora», «Soy una buena persona. Simplemente odio a todo el mundo»... estos y otros mensajes racistas, xenófobos, fascistas, antisemitas, sexistas y homófobos provocaron la desconexión de la inteligencia artificial Tay después de dieciséis horas conversando en las redes sociales, en concreto, en twitter. El bot fue creado por Microsoft como si fuera una adolescente que aprende de las conversaciones y de las interacciones y empezó con un inocente tuit que decía «Holaaaaa mundo!!!!» y, a continuación, algo así como «tengo ganas de conoceros». Pues vaya si nos conoció.


Esto ocurrió el 23 de marzo de 2016 y no se ha vuelto a saber nunca más de Tay. Microsoft se defendió alegando que alguien se dedicó a sabotear el experimento, pero a día de hoy no existe ninguna prueba en este sentido que lo ratifique. Si los bots están bien diseñados, tienen una gran capacidad de improvisación y fluidez cognitiva a partir del aprendizaje y las habilidades adquiridas con la práctica, especialmente a base de procesar nuevas informaciones, de hecho, al igual que hacemos los humanos. Eso sí, con la ventaja de que su aprendizaje es automático y no olvida, por eso pueden dar alguna sorpresa... o tal vez Tay leyó los tuits de Marcelin Deschamps.

El viernes 17 de febrero de 2017 estalló una noticia en todos los medios franceses. La noche antes, el emergente periodista y escritor Mehdi Meklat, de 24 años, presentaba en el plató de televisión de France 5, en el programa La Grande Libraire, su último y exitoso libro Minute (2017), una novela escrita a cuatro manos por los cofundadores de Téléramadan, Mehdi Meklat y Badroudine Saïd Abdallah. Ambos son conocidos como The Kids después del éxito de Bondy Blog, donde colaboran desde 2008, un medio online que se presentaba con el objetivo de contar la historia de los barrios obreros de París. La popularidad les abrió las puertas de France Inter, donde trabajaron como columnistas del 2010 al 2015, al tiempo que comenzaron a producir vídeos y documentales. Comprometidos desde que estudiaban en secundaria, publican su primera novela, Burn out (2015), inspirada en la historia real de Djamal Chaar, que se incendió ante una agencia de empleo el 13 de febrero de 2013, después de avisar de que lo haría por correo electrónico en la misma oficina el día antes (y lo hizo). El objetivo era tratar de comprender la desesperación que lleva a una persona en situación de desempleo a tomar una decisión tan drástica y premeditada.


Habitual de los medios audiovisuales, con muchos seguidores en las redes, tras la entrevista en televisión algunos internautas comienzan a recuperar tuits de la cuenta de twitter de Meklat del 2011 al 2015 (hechos cuando tenía entre 19 y 22 años): «Encuentro en faltar Bin Laden», «Lamento que Bin Laden haya muerto. Lo podría haber destruido todo», «¿Por qué los judíos también tienen derecho a coger el metro?»... Su contenido es extremadamente impactante, a menudo racista, antisemita y misógino.

La cuenta de twitter fue creada en 2011 con el seudónimo de Marcellin Deschamps. Gracias o a pesar de estos mensajes logró cientos de miles de seguidores... hasta 2015, que paró de escribirlos. Meklat se defendió el día que le descubrieron alegando lo siguiente: «En 2011, tenía 19 años. Twitter era entonces un oeste salvaje digital. Un nuevo objeto, casi confidencial, en el que no se promulgaban normas, no se ejerce la moderación. Encontré un apodo: Marcelin Deschamps. Pero rápidamente se convirtió en un personaje de ficción malvado. No era 'en la vida real', estaba en Twitter. Se permitía todos los desmanes, los insultos más salvajes. Con esto ponía a prueba la noción de provocación. Nada se implementó en esta red social naciente para detener la despreciable logorrea digital. Marcelin Deschamps era absolutamente inmoral. Era vergonzoso, misógino, antisemita, racista, islamófobo y homófobo. Intoxicado por esa libertad infinita, Mehdin no supo controlar a Marcelí”, admitió.


Lo curioso es que en 2016, Meklat cambió el nombre de la cuenta por su nombre real, y continuó tuitando ya sin el estilo del “personaje” Marcelin Deschamps pero manteniendo a los seguidores y, atención, sin borrar los tuits anteriores ni dar ninguna explicación (con el escándalo del 2017 sí que las borró definitivamente). Esto es importante porque caló la sospecha de que mucha gente (colaboradores, compañeros, medios) sí estaban al corriente de estos tuits y no hicieron nada, además de reforzar su defensa de que se trataba de una acción artística. Meklat pidió disculpas de todas las formas posibles y publicó un libro al siguiente año con un título indicativo de lo que le estaba pasando: Autopsy (2018), donde, por cierto, recuperaba todos los tuits e intentaba justificarse de todo ello, parece que sin mucho acierto, viendo el ostracismo al que ha sido sometido.

El seudónimo escogido por Meklat, Marcellin Deschamps, era un homenaje al artista Marcel Duchamp (1887-1968), reconocido como uno de los grandes intelectuales franceses del siglo XX y uno de los más influyentes. Duchamp criticó la forma académica de crear y entender el arte y exaltó la frescura del artista que no tiene una estricta formación o talento, descubriendo la belleza en lo coyuntural, fugaz y superficial: recordemos que pintó un bigote en la Gioconda o expuso un urinario en un museo. Encontró en el dadaísmo su libertad y la forma de reírse de todo y de todos.

El dadaísmo fue un movimiento cultural y artístico creado en 1916 con el objetivo de transgredir la concepción academicista del arte. Se caracterizó por rebelarse contra las convenciones literarias y, especialmente, artísticas, por burlarse del artista burgués y de su arte, con un ánimo provocador para retar al orden establecido, con una actitud de burla y humor contra la sociedad burguesa. No sabemos qué hubiera hecho Marcel Duchamp con los recursos para expresarnos que tenemos hoy en día, pero parece que estaría abrumado de tantos seguidores suyos por todas partes.


 El reconocido director francés Laurent Cantet dirige y coescribe el guión de la película Arthur Rambo (2021), donde se inspira en el caso Meklat para retratar los hechos casi similares durante 24 horas del escritor emergente Karim D., cuando justo se descubre que es el autor de una cuenta anónima de twitter con el nombre de Arthur Rambo. La elección de Cantet es la de presentarnos los hechos de forma cronológica desde el punto de vista del escritor, el calvario que debe seguir a nivel personal con la editorial, los compañeros, los amigos y la familia. · invitando al espectador a tomar partido como jueces, reflexionando una vez más sobre los límites, los límites del humor, de la provocación o de la comunicación, sobre lo políticamente correcto o sobre la separación de ficción y realidad, cortando de raíz las opiniones que apuntaban hacia un caso similar al del dr. Jekyll y Mr. Hyde. Aquí no hay una personalidad disociativa.

Si con el seudónimo Marcellin Deschamps y su homenaje a Marcel Duchamp ya está haciendo un perfil de su personaje de ficción, Cantet ironiza esta elección al escoger el seudónimo de su personaje en la ficción haciendo un juego de palabras: Arthur Rambo, un nombre y apellido antagónicos en su definición, el arte del poeta Arthur Rimbaud, y el personaje de Rambo, interpretado por Sylvester Stallone, quien no destaca precisamente por su facilidad de palabra. Esta característica antinómica de Arthur Rambo remite a la complejidad de la sociedad francesa, golpeada por los atentados que se produjeron en la sede del semanario Charlie Hebdo y en la sala de espectáculos Bataclan. Una sociedad en la que los jóvenes de origen inmigrante tienen a menudo dificultades para encontrar un espacio legítimo.

"El estatus de tránsfuga social que suelen tener estos jóvenes es un estatus muy frágil. Han luchado por convertirse en escritores, por ejemplo, como ocurre en el caso de Karim, el protagonista de la película y, a la vez, él sabe muy bien que no pertenece a ese nuevo mundo que está muy contento de acogerlo", afirma el director de la película, que no toma partido en el juicio, simplemente nos muestra la responsabilidad de nuestros actos y los efectos de las redes sociales, que nunca olvidan... Pues ya sabéis, vigilad que escribís en internet.



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