A continuación la traducción del artículo en castellano:
Viñetas como terapiaTres publicaciones coinciden en mostrar las duras experiencias personales de los autores
Jordi Ojeda
Resulta obvio afirmar que la lectura de una historieta gráfica puede tener elementos pedagógicos que pueden contribuir al aprendizaje de conocimiento (historia, geografía, etc.) y de habilidades (valores, comunicación, etc.). Es entonces cuando podemos empezar a utilizar las viñetas como palanca. Una palanca es una barra inflexible que se apoya sobre un punto y sirve para transmitir una fuerza. Aplicando este símil al cómic, éste se ha demostrado válido como una palanca adecuada en diferentes usos, del que queremos realzar el terapéutico, tanto para la persona que se expresa como el lector que lo lee. Destacaremos por su valor terapéutico tres títulos que coinciden en el mercado, los tres creados a partir de la experiencia vivida del autor.
Alicia en un mundo real, editado por Norma Editorial en español y catalán, es una novela gráfica dibujada por la debutante Susanna Martín y guionizada por Isabel Franco, reconocida escritora con una larga lista de libros editados y premiados. La génesis de la historia surge por la idea de mostrar con un cierto toque de humor y, sobre todo, con mucha autenticidad, los miedos y dudas de la experiencia de vivir el diagnóstico y el tratamiento de un cáncer de mama. Dirigido especialmente a lectoras que estén en tratamiento de quimioterapia, "...donde no tienes ganas de hacer nada, ni siquiera leer, una novela gráfica simpática puede ayudar en estos momentos tan duros...", en palabras de la guionista, que tuvo que pasar por la enfermedad y por la mayoría de las situaciones que aparecen a la obra.
La trama principal evidentemente es la enfermedad, antes, durante y después de la operación y el tratamiento, siempre desde la perspectiva y la reflexión de la paciente. Pero las autoras saben dar un ritmo especial a las páginas que les permite introducir su visión particular de otros temas, algunos relacionados de cerca como la sensibilidad y empatía de los médicos y la falta de delicadeza de algunos de ellos ( ... y es real, no un estereotipo ...", señala Franco) o el impacto en la vida cotidiana de la protagonista, una periodista de éxito con una agenda angustiosa al inicio de la historia (insuperable la descripción caricaturesca de su editora y su cinismo acerca de la explotación del sufrimiento para vender más libros).
Pero también hay cabida para otras subtramas con la vida privada de la protagonista (quizás también proponiendo respuestas a preguntas íntimas de otras pacientes), como su relación con sus ex novias y amigas, que son las que acaban haciendo una red de protección para ayudarla cuando más lo necesita, o sus nuevas amantes, incluida su última conquista caribeña, introduciendo un destello de inmigración en un contexto de sociedad global cercana a la realidad de nuestro entorno. Todo ello narrado con una gran normalidad y complicidad, e ilustrado de forma brillante por la artista Susanna Martín, que explota todos los recursos de la composición de la viñeta, la página y los diferentes capítulos, obteniendo un ritmo atractivo y cercano que invita a la lectura y a hacer una inmersión en la vida de la protagonista, invitando al lector a vivir en el mundo imaginario de Alicia. Pueden seguir a las autoras en sus blogs personales en Internet.
Miguel, 15 años en la calle, editado por Ediciones Glénat, recoge la experiencia personal de Miguel Fuster de tres lustros viviendo en la calle, víctima del alcohol y de "la mala suerte", tal y como él mismo narra en primera persona en su obra. Fuster fue un dibujante profesional que con 16 años entró a trabajar en Bruguera en los sesenta. De allí pasó a la agencia Selecciones Ilustradas donde dibujaría en los años setenta y ochenta siendo un reconocido autor de la llamada historieta romántica. Rehabilitado de su pesadilla ("... aunque seré un exalcohólico toda la vida..."), realiza un ejercicio de reflexión de sus vivencias, mostrando de forma impresionante la visión desde el otro lado (la marginal, habitualmente sin muchas posibilidades de expresarse) de cómo es nuestra sociedad, consumista, falsa, individualista, autocomplaciente y cobarde (demoledora la imagen de jóvenes vándalos agrediéndole).
También es una demostración de gratitud hacia las personas que sí le ayudaron a salir del pozo sin fondo donde se había metido, y es que ya hace cuatro años miembros de la Fundación Raíces (www.arrelsfundacio.org) le asistieron en su dependencia y le animaron a que explicara su experiencia personal (puede comprobarlo en su blog miquelfuster.wordpress.com). Un relato hecho desde la lucidez de poder crear con la libertad de un superviviente.
Las dos vidas de Andrés Rabadán, editado por Norma Editorial (a la que destacamos el riesgo y su contribución en la difusión de la historia), y dibujado por el mismo Rabadán desde la cárcel. El conocido como "el asesino de la ballesta" por la forma de matar a su padre el año 1994 y mediático por los tres golpes que hizo descarrilar los trenes del Maresme, se desnuda emocionalmente en un relato terapéutico realizado por un no-profesional del medio pero con la fuerza de la sinceridad y el grito del que se siente injustamente maltratado por un sistema judicial que lo ha convertido en un cabeza de turco. Coincidiendo con el estreno del documental del mismo título dirigido por Ventura Durall, Rabadán inicia el trabajo gráfico pensando que podía ser un story-board de la película, y el resultado ha sido un relato intimista en primera persona del día a día de una persona rehabilitada que vive todavía inmersa en un sistema burocrático y judicial infernal cuando se explica en su totalidad. La novela gráfica actúa de complemento perfecto al documental, donde los testigos y la reconstrucción de los hechos dan respuesta al porqué del detonante de los acontecimientos y el porqué del largo camino recorrido en la cárcel.
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