jueves, 3 de marzo de 2022

Article a @ElCinefilCat «Sororitat i empoderament contra el patriarcat»

«Sororitat i empoderament contra el patriarcat»


El meu article número 105 a la revista virtual "El Cinèfil, la revista de cinema en xarxa i en català" (i gratuïta).

Amb motiu de l'estrena de la pel·lícula #Colmena (#Hive), ópera prima de la directora y guionista kosovar Blerta Basholli, un projecte que ha treballat durant una dècada, i que s'inspira en la vida real de Fahrije Hoti, tot un exemple d'empoderament després de ser víctima de la Guerra de Kosovo, dedico l'article a l'empoderament que va mostrar per a poder treballar al seu poble. 

Teniu l'article, en català, al següent enllaç:



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A continuación tenéis el artículo traducido al castellano:

Sororidad y empoderamiento contra el patriarcado

La ópera prima de una directora kosovar retrata la vida real de una compatriota 

Jordi Ojeda

¿Se imaginan un país en el que una ley obligue a las mujeres a que dejen de trabajar cuando se casan? O cuando se deroga esta ley, ¿se imaginan entonces que las mujeres tengan que pedir permiso al marido para trabajar y éste deba dárselo formalmente? ¿Se imaginan que el sueldo de la mujer vaya a parar a una cuenta bancaria a nombre del marido porque la mujer no tiene derecho a tener una a su nombre? ¿Se imaginan que si la mujer es soltera o viuda debe darle permiso un hombre de la familia? Pues sí que lo imaginamos, este país era España hasta principios de los años setenta.


Este ejemplo de sociedad patriarcal donde la autoridad predominante está en manos de los hombres y las tradiciones están ancladas en una rancia tradición machista y misógina es lo que vislumbramos en la película Colmena (Hive, 2021), ópera prima de la directora y guionista kosovar Blerta Basholli, en un proyecto que ha trabajado durante la última década, y que logró llevar a cabo con la coproducción de empresas de cuatro países: Kosovo, Albania, Suiza y Macedonia del Norte.

La película ha tenido una gran proyección internacional al ser la primera de la historia en ganar en el Festival de Cine de Sundance los tres premios más importantes en la competición dramática: el gran premio del jurado, el premio de la dirección y el premio del público en la edición de 2021. El paso exitoso por diferentes festivales internacionales la colocó en la reducida lista de precandidatas a las nominaciones a los óscars (de las que, desgraciadamente, no ha conseguido ninguna), y propició que la actriz Elisabeth Moss se convirtiera en productora ejecutiva para darle un impulso importante en su comercialización.



La historia se basa en la vida real de Fahrije Hoti, a finales de la primera década del siglo XXI, pero antes es necesario poner en antecedentes. Fahrije nació el 18 de septiembre de 1969 en Rogova y Hasit, un pequeño pueblo de Kosovo. Se casó a los veinte años e hizo lo que hacen todas las mujeres allí: atender el hogar y cuidar del marido y de los suegros. En febrero de 1998 estalló la Guerra de Kosovo, que se encarnizó brutalmente en aquella zona, donde las fuerzas paramilitares serbias actuaron de forma despiadada.

Fahrije tuvo que exiliarse en Albania durante unos meses, como los miles de refugiados que tuvieron que hacerlo, con sus dos hijos pequeños (una hija adolescente y un niño pequeño), y su suegro discapacitado de cintura para abajo, mientras su marido se quedaba para defender el territorio como hicieron el resto de conciudadanos. A finales del conflicto, a mitad de 1999, a la vuelta a su pueblo, Krushe e Mahde, se encontró su casa destruida (como casi toda la población) y la constancia de que la gran mayoría de los hombres y niños que se habían quedado estaban desaparecidos... la mayoría hasta hoy en día, bien porque Serbia no reconoce las fosas comunes, bien porque se cree que lanzaron los cadáveres al río que atraviesa la población.



Se calcula que en el pequeño pueblo había al final de la guerra 140 viudas y más de 500 niños sin padre, víctimas colaterales de la matanza cometida por las fuerzas serbias que se habían propuesto una verdadera limpieza étnica. La película comienza pocos años después de la matanza, cuando vemos a Fahrije haciendo el trabajo de apicultora (el trabajo que tenía su marido), para poder subsistir los cuatro, a pesar de que ella no es experta y, lo que es peor, es alérgica a las picaduras de las abejas.

Una ONG ofrece unas escasas ayudas mensuales a las viudas y, en un momento dado, les ofrece ayuda para tener el carnet de conducir. Fahrije consigue el carné y un coche de segunda mano, lo que le permite moverse con la miel producida más allá del mercado local. Pero en el pueblo no está bien visto que una mujer conduzca un coche: "Una viuda sólo tiene que hacer los trabajos del hogar, respetar a sus suegros y quedarse en casa". De hecho, algunas viudas son las primeras que rechazan las clases de conducir por miedo a lo que van a decir, por los rumores o las críticas que puedan tener en el pueblo. Las pocas que consiguen recuperar los cadáveres de sus maridos temen que los suegros las vuelvan a casar con uno de los viejos del pueblo que no lucharon en la guerra, y si no las casan o no encuentran el cadáver del marido, ya sabéis lo que debe hacer una viuda.

La actriz Yllka Gashi hace una brillante interpretación en el papel protagonista, con un estilo estoico ante la desgracia, contenida y silenciosa, con una expresión amargada y triste por las circunstancias pero, a su vez, con un comportamiento resiliente y una iniciativa emprendedora... Y no lo hará sola, primero contará con el apoyo de una de las viudas de más edad y, después, se le sumarán de más jóvenes cuando divisen una salida con una idea de negocio que poco a poco va cogiendo forma: la producción de ajvar envasado al vacío, una crema de pimientos rojos que se consume en los Balcanes y que se elabora asando las verduras para quitarles la piel antes de cocerlas a fuego lento en calderos.


 En la película veremos todas las penurias vividas y, sobre todo, los obstáculos, especialmente los ataques, sabotajes, escupitajos, insultos, desprecio y agresiones de los diferentes hombres del pueblo, a veces a escondidas y, a veces, a cara descubierta. Pero también veremos la sororidad entre las viudas, la solidaridad de todas ante el proyecto aportando sus pequeñas joyas y poder así financiar los gastos iniciales de una actividad que, hoy en día, da trabajo  estable a más de cincuenta mujeres durante todo el año y más de cien durante el verano, la época de mayor trabajo. A gente del pueblo y casi todos son mujeres. Todas dirigidas por Fahrije y, hoy en día, también por su hija y su hijo.

Vemos una sociedad tradicional patriarcal, extremadamente machista, pero también vemos destellos cuando observamos cómo la hija adolescente se involucra en el proyecto de la madre después de haberla repudiado e insultado como el resto del pueblo. De hecho, su abuelo le dice: “¿Tú también querrás trabajar y aprender a conducir, no?”... pues sí, alguna cosa está cambiando. Hay que decir que las mismas viudas reconocen que, de haber sido al revés, “los hombres se habrían casado enseguida, y probablemente con una mujer mucho más joven”.


 Una entrevista de Fahrije en televisión en 2011 interesó a la estudiante de cine Blerta Basholli, sorprendida al escuchar el rechazo que había provocado en el pueblo el hecho de tener el carnet de conducir. Explicaba además el incipiente negocio que estaba llevando a cabo con la complicidad de las viudas del pueblo. Y es que la película no es sólo la vida de Fahrije, es la vida de las mujeres kosovaras y, sobre todo, es la vida de las viudas del devastado pueblo, muchas de ellas sin haber podido enterrar todavía a su marido.

Fahrije tendrá la habilidad suficiente para salvar los prejuicios de la sociedad, de rodearse de unas socias fieles y de eliminar la incertidumbre que supone la penuria económica a la que iba dirigida con su suegro mayor y enfermo (que moriría pocos años después) y con dos hijos pequeños. Y nos lo muestran con una gran dignidad gracias a una actuación sublime, con una fotografía exquisita y una banda sonora escasa y sobria, que contribuye a la reflexión de todo lo que estamos viendo... sabiendo que aconteció en la realidad. Como si estuviéramos en una colmena, la película vibra dentro del espectador, admirado por la voluntad de supervivencia y empoderamiento de la protagonista.

Por cierto, en febrero de 2008, Kosovo declaró su independencia de Serbia. Pese a que Estados Unidos y varios países europeos lo reconocieron como país, Serbia aún no lo ha hecho... ni tampoco España. Eso sí, las mujeres españolas pueden tener el carnet de conducir y trabajar sin el permiso de sus maridos... de momento. Mientras tanto, invito al lector a que busque en google las palabras Fahrije Hoti y ajvar y verán como descubrirán un mundo insólito... y una salsa riquísima.



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