domingo, 16 de enero de 2011

Artículo 58 publicado el domingo 16 de enero de 2010

Aquí el pdf del artículo en catalán.

A continuación la traducción al castellano:

Creatividad premiada
La novela gráfica Asterios Polyp de David Mazzucchelli es una de las obras más destacadas del 2010
Jordi Ojeda


Primera novela gráfica en solitario, el autor del que ya hemos hablado en otras ocasiones por obras como Daredevil: Born Again o Batman: Año Uno, ambas con guión de Frank Miller, o la adaptación de Ciudad de Cristal de Paul Auster, realiza en esta ocasión una verdadera explosión de creatividad gráfica, como si de un laboratorio de experimentación se tratara.

David Mazzucchelli reflexiona sobre la frugalidad de la vida (y nunca mejor dicho viendo el sarcástico final de la obra) de la mano del protagonista de la historia, Asterios Polyp, profesor universitario y arquitecto de papel (llamado así a aquellos que hacen diseños pero no construyen ninguno). En su quincuagésimo aniversario y ante la pérdida de todas sus pertenencias materiales (e inmateriales, si se puede llamar así a sus recuerdos grabados en vídeo) por un incendio fortuito en su edificio, el protagonista realiza un viaje de introspección que le llevará a recordar momentos de su pasado a partir de la relación con los demás, en especial con su ex mujer, y con su subconsciente personalizado en su hermano gemelo no nacido, que recibe el nombre de Ignazio. El viaje "físico" le llevará a un pequeño y singular pueblo típico de los Estados Unidos, donde vivirá una especie de renacimiento en compañía de una singular familia que lo acoge sin preguntarle por su pasado y que le servirá de catapulta para su liberación personal.

Ignazio se convierte en una especie de personaje virtual omnipresente en el texto y narrador en ocasiones, actuando de contrapunto frente a las decisiones y opiniones del aparentemente fracasado profesor. Independientemente de si se trata o no de una obra autobiográfica (el autor también ha trabajado durante años de profesor y ha publicado en contadas ocasiones en la última década), Mazzucchelli realiza una visión pesimista de la vida (la madre del personaje reitera varias veces "la vida es estresante, por eso dicen Descanse en paz") como si de una carrera de obstáculos se tratara, y reconoce la influencia de nuestro subconsciente en tergiversar el pasado para modelarlo a nuestra supuesta correcta opinión, destacado con una sentencia expresada por el mismo Ignazio: "Cuanto más se recuerda algo, más oportunidades tiene el cerebro de refinar la experiencia original, porque todo recuerdo es recreación, no reiteración".

La conjunción de solución gráfica y guión brillante le ha hecho ganador de algunos de los premios internacionales más reconocidos, a la espera de los certámenes que se desarrollaran a lo largo del 2011. Ganador de tres de los principales premios a dos de las convocatorias más importantes de Estados Unidos como son los Premios Eisner y los Premios Harvey, incluido el de mejor álbum en cada uno. Y recientemente ha sido ganador del Gran Premio de la Crítica 2011 concedido por la ACBD, como la mejor obra publicada en Francia el año pasado.

Hay que reconocer la labor editorial de traducción y rotulación por el reto que supone el uso de la composición y de la misma tipografía que utiliza el autor, que exprime al máximo el uso de los recursos gráficos en todo su esplendor: uso del color, ritmo y montaje, estructura de la página, y, sobre todo, los silencios (nunca mejor dicho se puede aplicar la máxima de que "una imagen vale más que mil palabras"). Si en Francia la ha editado Casterman, la edición en castellano es de la Editorial Sins Entido, responsable también de publicar el Premio Internacional de Novela Gráfica convocado conjuntamente con la FNAC.

En su tercera edición (con unos precedentes de gran nivel como son los títulos "Fueye", de Jorge González (2008) y "La estación de las flechas" (2009), de Guillaume Trouillard y Samuel Stento) el ganador del Premio 2010 ha sido la obra ¡Pintor! de Esteban Hernández (Ciudad Real, 1979). El tribunal destacó en la entrega del premio "su particular estilo gráfico unido a la capacidad del autor de plantear una historia original que deja abierta las puertas para un desarrollo inteligente del planteamiento artístico".

A pesar de que la historia también comienza con un viaje, el desenlace no tiene nada que ver con el cómic de Mazzucchelli. En esta ocasión el viaje es en busca de la obra oculta de un autor anónimo, vecino de la infancia del protagonista de la historia (responsable de la tarea de narrador y del hilo conductor de los flashbacks), una obra pictórica que como si de magia se tratara, aparece en los techos de los lavabos pintados tanto en su ciudad donde reside como en Londres (donde trabajó durante una temporada), cuando estos se mojan con agua. El pintor de brocha gorda escondía su arte con la pintura plana encargada por el cliente, como si de un tesoro se tratara a la espera de su descubrimiento.

Una historia muy original creada por un dibujante y guionista del que ya hemos podido probar algunos trabajos tempranos donde ha dejado entrever ya su valía como autor revelación.


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