Ah, i s'accepten peticions per a futurs articles...
La saga de Star Trek ha superado con creces el medio siglo de vida y se
ha hablado mucho, en charlas, artículos, documentales, libros y conferencias de
todo tipo. El autor y divulgador Miguel Parra analiza la saga desde una
perspectiva inédita en su libro Mujeres
de Star Trek. Donde ningún hombre ha llegado jamás (1966-2005) (2021),
editado por Diábolo Ediciones dentro de su colección de cultura popular, con
una gran cantidad de títulos dedicados al cine y la televisión.
Parra escoge en su análisis la producción contemplada en las diez
películas de la serie original y de la nueva generación y, especialmente, en
las seis primeras series:
Star
Trek (1966–1969),
Star
Trek: La serie animada (Star Trek, 1973–1975),
Star Trek: La nueva generación
(Star Trek: The Next Generation, 1987–1994),
Star
Trek: Espacio Profundo Nueve (Star Trek: Deep Space Nine, 1993–1999),
Star
Trek: Voyager (1995–2001) i
Star
Trek: Enterprise (Enterprise, 2001–2005). El estilo adoptado
permite que las personas neófitas de la serie puedan seguir el análisis sin
ningún problema, con una breve introducción de cada producción, y escrito de
forma cronológica, que es como se aconseja leer el libro porque es importante
contextualizar cada producción en su momento.
La lectura de este libro permite dar respuesta, entre otras, a las siguientes
hipótesis de partida:
- Que las diferentes producciones de la saga se anticiparon en ciertos
aspectos a las producciones coetáneas y, sobre todo al inicio, a la sociedad
del momento.
- Que cuando las decisiones las toman mujeres el resultado es diferente,
sea en el guión, en la dirección, en la producción o en el estudio.
- Que los papeles de las actrices tienen un papel singular que va
evolucionando con los años y que, a diferencia de los hombres, aspectos como el
vestuario o el peinado serán un tema de conflicto siempre, en todos los
sentidos.
Una vez que el creador de la serie, Gene Roddenberry, eligió el espacio
para desarrollar sus aventuras de exploración (a imagen del viejo oeste), la
ciencia y la tecnología se convertirían en factores clave en su afán de
predicar un modelo de sociedad ideal. Con una estética más glamurosa que la
real de la época, la tecnología permitiría justificar un futuro perfecto, sin
dolor, sin avaricia, sin guerras, sin hambre, sin analfabetos, sin conflictos
internacionales y sin diferencias interraciales.
Pero el primer piloto de la serie no funcionó como él pensaba y no
acabó de gustar a nadie, ni a los directivos del estudio ni al público del foco
grupo preparado para estudiar sus reacciones. Y fue la actriz Lucille Ball, en
ese momento, propietaria y presidenta de la compañía Desilu Productions, que no
hizo caso de sus asesores y decidió apostar para que continuara el proyecto,
eso sí, aceptando algunos pequeños cambios. Estos cambios no eran poca cosa: el
segundo en la jerarquía no podía ser una mujer tal y como se había visto en el
episodio piloto, precisamente por el rechazo que había provocado entre la
audiencia femenina en los visionados de pruebas: "¿Qué se ha creído que es esa
mujer, mandar a hombres?", deberían exclamar ... las mujeres.
Una vez comenzada la conocida como serie original, de la tripulación
destacó la presencia de la actriz Nichelle Nichols, interpretando el papel del
mítico personaje de Uhura. Nichols reconoció en su momento que decidió dejar la
serie a finales de la primera temporada por la poca relevancia que ella le daba
al devenir de la historia, pero fue el mismo Martin Luther King quien la
convenció en persona que no lo hiciera. "Es la única serie que mi mujer y
yo dejamos ver a nuestros hijos ... porque tú eres su heroína". Era la
cuarta en la cadena de mando, oficial de comunicaciones, resolutiva ante la
adversidad y nacida en una imaginaria Unión de Estados de África, un cóctel
explosivo que contribuyó a mostrar un ejemplo positivo a toda una generación.
Whoopi Goldberg quiso ser actriz cuando de pequeña veía Uhura en la serie, una
mujer de color en una serie que no hacía de criada de los blancos.
En la serie original tendría una importancia superlativa una guionista:
Dorothy Catherine Fontana, en primera instancia ayudante de Roddenberry, pero
que desarrolló un papel fundamental durante años a la zaga, como guionista (sin
duda, ayudó a perfilar el personaje de Spock en la serie original), como
editora de guiones y productora ejecutiva de la serie animada (una serie
convertida prácticamente en una cuarta temporada de la serie original), y como
guionista del primer episodio de la serie de los ochenta con la nueva
generación, dejando su huella en la definición de los personajes y el carácter
de la nueva tripulación de una serie de la que fue productora ejecutiva, eso
sí, hasta que se fue por las condiciones en las que tenia que trabajar, pero no
dejaría la saga del todo.
Fontana reconoció en entrevistas posteriores la libertad creativa que
suponía trabajar en una serie de ciencia ficción, donde se podían tratar de
forma metafórica temas tabúes en la época como la religión, la guerra, el
racismo o el feminismo. Cabe destacar que Fontana firmaba con las iniciales D.
C. Fontana para que no se visualizara que era una mujer la que escribía y
producía, toda una declaración de intenciones de la época.
A pesar de estos aparentes avances del papel de la mujer, no es oro
todo lo que reluce. En el libro de Parra veremos algunos ejemplos como es el
caso de la capitana de la nave USS Saratoga, interpretada por la actriz de
color Madge Sinclair en el papel la primera capitana que aparecía en la saga y
que, a día de hoy, seguimos sin saber cómo se llamaba, ni salía el nombre del
personaje ni en los créditos. La película era Star Trek IV: Misión, salvar la
Tierra (Star Trek IV: The Voyage, 1986), y sí, tuvimos que esperar
veinte años después del inicio de la saga para ver una capitana, a pesar de que
no sabemos cómo se llama.
Y aún deberíamos esperar diez años más para ver una serie protagonizada
por una capitana, la capitana Kathryn Janeway interpretada por Kate Mulgrew en
la mítica serie Star
Trek: Voyager (1995–2001). Curiosamente, no fue la primera opción y
el piloto se empezó a rodar con la actriz francesa Geneviève Bujold, con la que
no se acabaron de entender con el equipo de producción en la definición del
personaje.
Mulgrew aceptaría el papel y acabaría rodando finalmente el piloto...
dos veces, no es broma, porque la primera vez su peinado no se veía bien en la
pantalla (y no, tampoco es broma). El peinado se convirtió en una pesadilla
para los maquilladores, que no acabaron de encontrar nunca el peinado adecuado
(de hecho, cada temporada cambia).
En la génesis de la nueva serie protagonizada por una capitana cabe
mencionar la contribución de Jeri Taylor, que en el momento de comenzar el
proyecto era la productora ejecutiva de La nueva generación, cargo que
desarrolló en la sexta y séptima temporada de la mítica serie. Desde el
principio, uno de los objetivos de Taylor era darle más peso, continuidad y
trasfondo a los personajes femeninos, tanto en la serie que estaba produciendo
como en el nuevo proyecto con una capitana al frente.
En palabras de la misma Jeri Taylor: «Quería que se le permitiera
mostrar un abanico de emociones más amplio de lo que cabría esperar de un
hombre, al menos en 1995. Quería mostrar sus vulnerabilidades, sus
incertidumbres, sus necesidades. Como llevaba sus obligaciones de una manera
admirable y con gran responsabilidad. [...] Me gusta creer que muchos de estos
elementos están en mí. Cuando escribía a Janeway, pensaba: "¿Qué haría yo?"
Y me sumergía en mí misma para tomar estas decisiones.»
No todo fue color de rosa en la serie, especialmente cuando Taylor se
retiró como productora. Todo esto y más lo encontrarás en el libro de Miguel
Ángel Parra: Mujeres
de Star Trek. Donde ningún hombre ha llegado jamás (1966-2005) (2021),
que tendremos que comprar si queremos leer la segunda parte, señal que os ha
gustado el primer libro y señal que se siguen haciendo series y películas de la
saga Star Trek (de momento, ya tenemos unas cuantas más producidas y
anunciadas). Larga vida y prosperidad.