lunes, 31 de enero de 2022

Article a @ElCinefilCat «Lloança de la dignitat»

«Lloança de la dignitat»


El meu article número 102 a la revista virtual "El Cinèfil, la revista de cinema en xarxa i en català" (i gratuïta).

Amb motiu de la publicació de l'estrena de la pel·lícula En un muellle de Normandíadedico l'article a destacar la lloança que es realitza a la dignitat d'una professió com és la del personal de la neteja. 

Teniu l'article, en català, al següent enllaç:



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A continuación tenéis el artículo traducido al castellano:

Alabanza de la dignidad
Se estrena En un muelle de Normandía, adaptación de la novela de Florence Aubenas

Jordi Ojeda

El 21 de enero de 2022 se estrenaba en las salas de cine francesas la película En un muelle de Normandía (Ouistreham, 2021) (aquí se ha estrenado una semana más tarde), después de inaugurar la 53ª Quincena de los Realizadores en 2021, en el marco del 74º Festival de Cannes (en Barcelona la pudimos ver en la edición del Ohlalà! Festival de cine francófono de Barcelona. El dato temporal es importante porque el elenco llevaba tres años esperando el estreno. ¿Y por qué este deseo? Pues porque para todos las actrices era su primera película... para todas menos para la protagonista, la actriz Juliette Binoche.


Emplear a actores y, sobre todo, actrices no profesionales hace más verosímil el relato y es una decisión personal del director, el escritor y guionista Emmanuel Carrère, que también se encarga, junto a Hélène Devynck, de la adaptación del libro El muelle de Ouistreham (Le quai de Ouistreham, 2010) de la periodista Florence Aubenas. La adaptación cambia algunas premisas del texto original (más descriptivo siguiendo un estilo periodístico) e introduce un conflicto emocional entre las protagonistas que ayuda al espectador a entender la tensión que se da entre los personajes. Pero… ¿cuál es la historia?

La génesis del libro de Aubenas es la crisis económica de 2008. En sus entrevistas posteriores a la publicación del libro dos años después, los argumentos que utilizaba para justificar por qué apostó por un libro eran demoledores: a pesar de trabajar en prensa y ser una periodista muy reconocida (recordemos que estuvo secuestrada por un grupo armado en Irak durante cinco meses en 2005), creyó que el periódico no le publicaría un artículo de denuncia sobre la precariedad laboral, reconociendo la degeneración del periodismo hacia convertirse en altavoz de titulares, más preocupados en ensalzar la frivolidad y lo extraordinario (como una catástrofe, un accidente o una guerra, por ejemplo).


 La acción de infiltrarse a la búsqueda de un trabajo para una persona sin experiencia es exactamente lo que refleja la película. La periodista (en la película, Binoche interpreta a una escritora), se hace pasar por una persona que lleva años sin trabajar y que se incorpora al mundo laboral después de separarse y cambiar de ciudad, en concreto, a Ouistreham, de donde sale el ferry hacia Portsmouth. El objetivo es seguir el mismo camino que todo el mundo, buscando trabajo en la oficina de empleo, trabajando en las condiciones que le ofrecieran y que pararía cuando le hicieran un contrato a tiempo completo indefinido, lo que consiguió al cabo de varias semanas, no sin pasar antes por varios contratos y empresas (la protagonista pasa por un camping para acabar, finalmente, en el ferry, siempre en el ámbito de la limpieza).

El trabajo con mayor oferta y más posibilidad de estabilizarse es el de la limpieza. De hecho, se reconoce en el discurso de la trama que la limpieza es el trabajo del futuro, puesto que no está sujeto a deslocalizaciones y siempre habrá necesidad de limpiar. Esto ha hecho que, a pesar de que ha pasado una década desde que se publicó el libro, la película parece de máxima actualidad. Y no sólo por el hecho de las necesidades higiénicas del servicio (hogares o habitaciones), sólo hay que recordar el dicho: «no es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia», por lo que hay que tener en cuenta en qué condiciones dejamos estas habitaciones y lavabos.

Si me permiten un apunte personal, yo tengo la teoría de que una forma de medir el civismo de un país es observando el comportamiento de los espectadores en una sala de cine, ver si hablan o miran el móvil (o si hacen o se hacen fotos), los ruidos que hacen (y no sólo comiendo), pero, sobre todo, viendo cómo dejan el asiento o si dejan los desechos en las papeleras... y me sabe mal decir que las observaciones son demoledoras. Te pasas el día realizando actividades para promover que la gente vuelva al cine, pero lo peor de las salas de cine es, justamente, la gente.


 Realmente, es bastante desolador lo que se ve y cuando pregunto a mis alumnos universitarios si ellos dejan el bote de las palomitas y la bebida en la papelera he tenido respuestas del tipo “Así doy trabajo a alguien”. Este comentario es una respuesta clasista de una generación acostumbrada a tener a alguien que le haga este trabajo, sean los padres (¿la madre?) o alguien contratado en casa para hacerlo, eso sí... de forma invisible.

Y es que la invisibilidad pasa a ser un factor fundamental, esto explica los horarios en los que hay que realizar la limpieza, por la noche o de madrugada, para que no te vean los clientes. Unos clientes que pueden dejar empequeñecidos a los del cine. De nuevo, debo recordar una experiencia personal mía, como en un curso que hice a personal de limpieza de hoteles para que supieran organizar los horarios de forma flexible, las participantes me explicaron cómo se habían encontrado algunas habitaciones, con un aspecto tan asqueroso que pone en duda la inteligencia humana, para describirlo de forma suave... esto también se denuncia en la película, y las protagonistas de la misma, profesionales de la limpieza en su vida real, esperan que tengan un efecto sobre el comportamiento de los clientes del ferry, porque reconocen en las entrevistas que el libro no sirvió para nada en ese sentido.

¿Y para qué sirvió el libro, entonces? Pues para denunciar la situación de precariedad del momento, los contratos temporales por horas que obliga a tener varios trabajos en lugares muy alejados entre ellos y, también, para denunciar el abuso por parte de los directivos o de las propias supervisoras, cómplices de la empresa desde su propia penuria compartida con las empleadas, y con una administración burocrática, inhumana y distante de la realidad (lo sabemos muy bien aquí, más preocupados en ayudar a los bancos que a las personas). También observamos el desgaste físico que supone con las consecuentes enfermedades laborales que no se reconocen por la precariedad de la contratación y la perpetuación de la precariedad que conllevan ese tipo de contratos. Nos sorprende escuchar que te piden que se limpie por completo una habitación de cuatro camas y aseo (cambiando y haciendo las camas) en tan sólo 4 minutos por habitación, veinte habitaciones a la hora.


 Todo esto se podría prever de antemano, pero la periodista lo demuestra en su libro con evidencias contundentes producto de su propia experiencia, entonces... para que más sirvió su apuesta para entremezclarse de forma camuflada entre las limpiadoras (en la película se insiste en que no es habitual el concepto de “personal de limpieza”, reconociendo implícitamente la feminización de la tarea, difícil de justificar, por otra parte). Pues justamente sirvió para mostrar la sororidad de las limpiadoras y, sobre todo, para mostrar su dignidad. Vemos la complicidad y ayuda dentro y fuera del trabajo, el respeto entre compañeras y la necesidad de sentirse miembro de un grupo de personas que se reconocen con los mismos valores, valores que son tan sencillos como los de la búsqueda de un trabajo estable y poder alimentar a la familia.

El sentido de la dignidad está más cerca en este caso al de la honestidad, a la cultura del esfuerzo y a la virtud del trabajo bien hecho, con una mentalidad de servicio y de dedicación al cliente con un comportamiento irreprochable,... a pesar, incluso, del dolor y de la fatiga física y mental. También la dignidad entendida como pandilla, animando a las compañeras que lo necesitan, respetándolas, ayudándolas y alegrándose de sus logros, huyendo de envidias insanas. Las conquistas personales son también colectivas.

Cabe destacar el talento de la debutante Hélène Lambert que tenía experiencia previa de limpiadora durante tres años en el ferry (y con cuatro hijos en la vida real y tres en la ficción como madre soltera en este caso, pero mostrando orgullosa sus tatuajes reales con los nombres de sus hijos). Esta joven nos muestra perfectamente cómo vivimos en una sociedad en la que, de vez en cuando, nos acercamos a estos perfiles de la ciudadanía (no quería utilizar la palabra «casta» ni el concepto de «clases sociales»), los observamos, denunciamos la situación en la que están, nos sorprendemos y conmovemos de los detalles que descubrimos... pero no nos quedamos,... ni siquiera queda claro que cambie algo.



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