jueves, 5 de agosto de 2021

Article a @ElCinefilCat «De pusil·lànime a deixar-nos bocabadats»

«De pusil·lànime a deixar-nos bocabadats»


El meu article número 96 a la revista virtual "El Cinèfil, la revista de cinema en xarxa i en català" (i gratuïta).

Amb motiu de l'estrena a les sales de cinema de la pel·lícula Una villa a la Toscana (Made in Italy, 2020), dirigida i guionitzada pel debutant i actor James D'Arcy dedico l'article a reflexionar sobre la importància d'escollir el tipus de vida que volem fer i a on.

Teniu l'article, en català, al següent enllaç:



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A continuación tenéis el artículo traducido al castellano:

De pusilánime a dar la campanada
El actor James D’Arcy debuta como director en Una villa a la Toscana
Jordi Ojeda

Hay obras realizadas antes de la pandemia y publicadas o estrenadas durante la misma que parecían muy apropiadas con el momento que estábamos viviendo, sin que estuvieran concebidas con esta intención, evidentemente. La película Una villa a la Toscana (Made in Italy, 2020) es un buen ejemplo, cuando como espectador contemplamos atónitos como el protagonista de la película que vive en un pequeño apartamento en el centro de Londres quiere vender una villa en la Toscana. Y más cuando podemos ver ambas viviendas y, sobre todo, las vistas y la calidad de vida, mucho que ver con la vida acelerada que llevamos todos.

Pero cambiar Londres por la Toscana no se hace de un día para otro, por todo lo que implica, no es tan fácil dar el paso. La decisión, en realidad, es consecuencia de un proceso de cambio... y el proceso debe ser verosímil para el espectador. Y en la película lo es, y no tiene importancia que el final sea más o menos previsible... lo más importante es el camino realizado hasta llegar a ese desenlace final. Y el punto de partida era complicado.

De forma resumida, la historia nos muestra la necesidad de un galerista, que se está divorciando, de poder tener dinero que le permita comprar la sala que ha dirigido en los últimos años, una galería que es de sus futuros exsuegros, con lo que supone todo en sí. La única forma que se le ocurre para tener dinero rápido es vender una casa familiar que tiene conjuntamente con su padre y que hace más de veinte años que está abandonada. Abandonada por una actitud pusilánime de un artista en horas bajas, sin inspiración ni energía, por lo que apreciamos.

El padre comprende la situación y acepta la propuesta de vender urgentemente la propiedad, y lo acompaña para ayudarle en la venta. En el viaje de Londres a la Toscana por carretera y la llegada a la villa iremos descubriendo que tienen una relación distante después de la muerte de la mujer y madre en un accidente de tráfico hace más de veinte años (el chico de siete años terminó en un internado y el padre abandonó la casa, huyendo de los recuerdos, la añoranza y la culpa). El aparente torpe padre resulta que es un famoso pintor en horas bajas, con muchos años sin exponer y, el hijo, resulta ser un artista frustrado reconvertido en galerista.

El hogar que se encuentran está en estado ruinoso tras el abandono, rodeado de un jardín aparentemente descuidado durante años. En cambio, el aspecto exterior de la villa se ve muy robusto y con una sensación de originalidad y tradición asociada a las raíces del lugar, sin modernidades como piscina o antenas de televisión, por ejemplo. Y las vistas... ¡qué vistas más maravillosas desde una colina!

La promotora contratada para venderla, interpretada por la contundente actriz Lindsay Duncan, les propone que mejoren el aspecto de la villa para dar una sensación más agradable a los posibles compradores y poder así subir el precio de venta. Y así lo hacen, contratando profesionales para la electricidad y obras mayores, y participando padre e hijo en las obras menores, como limpiar y pintar las paredes, no sin evidenciar la falta de pericia de ambos.

A partir de este momento, el arreglo de la villa se convierte en una metáfora emocional, con una evolución paralela de la mejora del aspecto del hogar y la relación entre padre e hijo, poniendo encima de la mesa el duelo por la pérdida de la persona amada. Vivimos en una sociedad donde las cosas dicen mucho de nosotros y, en caso de pérdida, las cosas te pueden evocar un tiempo pasado que ya no se podrá volver a repetir, pero también es verdad que es una memoria que se puede honrar. En realidad, toda la película en sí lo hace, ya que el mismo director debutante, el actor James D'Arcy, es el responsable del guion y reconoce que se inspiró en una situación personal que vivió en su infancia.

Ahora bien, lo más desconcertante para el espectador es el hecho de que el padre y el hijo estén interpretados por Liam Neeson y Micheál Richardson, padre e hijo en la vida real, ambos con una historia similar a los personajes de la película. Hay que recordar la muerte de la actriz Natasha Richardson en 2009 en un accidente esquiando. De hecho, el actor Micheál Richardson, nieto de la actriz Vanessa Redgrave y del cineasta Tony Richardson, se cambió el apellido en 2018 en homenaje a su madre.

D'Arcy acertó en proponerle la película a Liam Neeson, después de que llevara varios años concatenando películas de acción. Neeson acertó aceptando un papel con un cambio de registro evidente, participando en un proyecto dotado de esperanza y alegría en contraposición con sus últimas películas. Y acertó en proponer a su hijo para el papel... de su hijo. Y este superó la prueba con creces (reconoce que hizo un casting formal), y se preparó a fondo, por ejemplo, utilizando un acento británico que había perdido de su larga estancia en Estados Unidos.

La conexión padre e hijo rezuma emoción real y, en ocasiones, es profundamente conmovedora, y más si conoces la situación en la vida real de ambos. Los mismos implicados comentan en las entrevistas que nadie hablaba de este tema en el rodaje pero que todo el mundo era consciente de la mochila que llevaba cada actor a su espalda. «Tú no puedes recordar y yo no puedo olvidar» le dice el padre a su hijo en un instante de la película, en referencia al recuerdo de la mujer, pero también del amor a un lugar, a una cultura ya una forma de ser, especialmente en lo referente a la relación con la familia. Es por ello que su título original evoca más a la construcción de un concepto social más abstracto (reconociendo el aprecio por la cultura italiana) que el título en castellano, más concreto, pero no por ello menos simbólico, asociado a un lugar donde el paisaje te deja sin aliento y la forma de vida... absolutamente asombrado.


 



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