viernes, 26 de junio de 2020

Article a @ElCinefilCat «Pare! Pare!... M'he convertit en un nen!»

«Pare! Pare!... M'he convertit en un nen!»


El meu article número 84 a la revista virtual "El Cinèfil, la revista de cinema en xarxa i en català" (i gratuïta).

Amb motiu de la projecció de la pel·lícula Pinocho (Pinocchio, 2019), dirigida i coguionizada per Matteo Garrone, en el BCN Film Fest als cinemes Verdi, dedico l'article al personatge de Pinotxo.

Teniu l'article, en català, al següent enllaç:

https://elcinefil.cat/2020/06/26/pare-pare-mhe-convertit-en-un-nen/


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A continuación tenéis el artículo traducido al castellano:

«¡Papá! ¡Papá!... ¡Me he convertido en un niño!»
El director Matteo Garrone versiona su Pinocchio
Jordi Ojeda

Uno de los estrenos que no se pudieron realizar por culpa de la pandemia fue Pinocho (Pinocchio, 2019), dirigida y coguionizada por Matteo Garrone. Antes se había podido ver en las salas de cine italianas en las vacaciones navideñas (del 2019) y, de hecho, recientemente ha tenido recorrido en los premios David de Donatello de la cinematografía italiana, ganando varios premios en los apartados técnicos.

Que se hubiera estrenado en una época que favorecía el público familiar e infantil no estoy seguro de que fuera una buena idea, tengo mis dudas de que sea una versión dirigida a este perfil (aún así, ha sido un gran éxito de taquilla en Italia). De hecho, tampoco tengo claro que esta versión sea por adultos. El género negro característico de las películas más destacadas de la filmografía de Garrone y su elección personal y predilección por la obra original y diferentes adaptaciones de Pinocho hacían prever una visión más cercana a la versión original, bastante desconocida por el público en general. Y se ha quedado a medio camino.

En cierto modo, con Pinocho se puede establecer un paralelismo con dos personajes literarios míticos también del siglo XIX, como son la criatura de Frankenstein y el personaje de Drácula: los tres tienen en común decenas de adaptaciones y reinterpretaciones, son extremadamente populares y, desgraciadamente, también son absolutamente desconocidas las obras originales. Las tres obras, además, comparten una pátina de fantástico y, sobre todo, una atmósfera siniestra, rozando el terror. Y, probablemente, de las tres obras literarias clásicas, la historia original de Pinocho sea la que dé más miedo.

El clásico Las aventuras de Pinocho (Le avventure di Pinocchio, 1882), de Carlo Collodi (1826 a 1890), se publicó en treinta y seis capítulos (esto es importante, ya que cada capítulo se publicó por entregas y relatan una trama concreta). Aparentemente inspirado en la leyenda del homúnculo, todo el mundo conoce la sinopsis del argumento: un viejo carpintero llamado Geppetto descubre sorprendido como un trozo de madera le habla. Decide tallar una marioneta con el tronco, al que llamará Pinocho. La marioneta tendrá aspecto humanoide, pero aspirará a convertirse en un niño de verdad gracias a la ayuda de una hada de cabello color turquesa. El relato se convierte en un viaje lleno de penurias en que Pinocho deberá aprender a partir del infortunio y las malas compañías, en una construcción del carácter muy inusual para su época, especialmente por la representación de la violencia. En este sentido, basta recordar la insólita y casi desconocida escena donde Pinocho acaba colgado de una horca, tal y como aparece en la versión de Garrone, con un tono de crueldad rebajado respecto del texto original.

El temperamento y perseverancia de Pinocho le permite sobrevivir y aprender de todas las experiencias escabrosas vividas, que son unas cuantas, realmente. Pero la creación del mito de Pinocho nace a través del simbolismo que representa su voluntad de convertirse en un niño de verdad. A diferencia de la criatura de Frankenstein, reconstruida a través de trozos de diferentes cuerpos de personas, Pinocho surge de materia inorgánica, la madera, en este caso, y, por tanto, cobra una especial relevancia en nuestros días en un contexto de inteligencia artificial y robots. El máximo exponente sería la versión de Steven Spielberg en la historia del androide David en la película A. I. Inteligencia Artificial (Artificial Intelligence: AI, 2001).

La influencia en la película no se esconde en ningún momento: la madre adoptiva de David le lee el libro de Las aventuras de Pinocho antes de ir a "dormir" (el robot no duerme), y el recuerdo del poder del hada le anima a seguir todas las pistas posibles para encontrarla, convirtiendo esta segunda parte del largometraje en un viaje, a semejanza del original Pinocho, con lugares claramente inspirados como la Feria de la Carne o el parque de atracciones Rouge City (el país de los juguetes en el libro).

Pero si nos viene una imagen en la cabeza es sin duda la de la segunda película de animación de un innovador Walt Disney (1901 a 1966). En la década de los treinta, Disney sorprendía el mundo con Blancanieves y los siete enanos (Snow White and the Seven Dwarfs, 1937), que se convirtió en la película más taquillera de la historia hasta que le tomó el cetro del estreno de Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, 1939). El retraso en la producción de Bambi (1942) debido a su complejidad técnica (que de ser la segunda que se estrenaría pasó a ser la cuarta después de Dumbo, 1941), propició que el estudio impulsara una película de animación basada en el personaje de Pinocho de Collodi.

La película animada Pinocho (Pinocchio, 1940) fue la primera cinta producida por Walt Disney estrenada durante la Segunda Guerra Mundial, y aunque fue la primera película de animación en ganar dos premios Oscar (mejor banda sonora y mejor canción original), no tuvo la acogida del público que se esperaba, en parte debido a la situación de país. Sus posteriores reestrenos la han convertido en una de las grandes películas de la historia, con un prodigio de la técnica de animación inaudita hasta ese momento, así como efectos animados de artefactos y fenómenos naturales que se representaban por primera vez el cine.

La película tiene un tono menos oscuro que el relato original, más consciente de su influencia en los jóvenes y en la transmisión de unos valores positivos. En este caso, el hada madrina le impone como condición que pruebe un comportamiento «valiente, veraz y altruista». Para el diseño del personaje se inspiró en el trabajo de Edgar Bergen (1903-1978), en concreto en la estética de su célebre marioneta Charlie McCarthy, con una aproximación evidente en la imagen de un niño real. La decisión que tuviera un perfil más ingenuo y tímido y que sufriera menos infortunios y más edulcorados favoreció que el personaje del Grillo tuviera más protagonismo, orientándolo en el camino correcto en varias ocasiones comprometidas (en el libro, en cambio, aparecía en contadas ocasiones).

El mito de Pinocho ha trascendido a la cultura popular a nivel global, más allá del relato original de Collodi, sirviendo de inspiración en numerosas obras de ficción. De hecho, actualmente se habla de diferentes proyectos, como la producción de una nueva versión en imagen real producida por Disney dentro del proyecto de recuperación y reinterpretación de los clásicos del estudio, o de una producción de Guillermo del Toro.

Pero la que hemos podido ver en pantalla grande en el cine Verdi de Barcelona en la sección oficial del BCN Film Fest 2020 ha sido esta versión de Mateo Garrone, con Roberto Benigni en el papel de Geppetto. Un Benigni que ya había interpretado al mismo Pinocho en su regreso como protagonista después de ganar el Oscar, en la inspirada Pinocchio (2002).

En la nueva versión, el histrionismo característico de Benigni ayuda a hacer más verosímil a Geppetto que, recordemos, es un carpintero que acaba de tener un hijo de ocho años de un trozo de madera. Hay que decir que, en la película de Garrone, hay un gran contraste entre el histrionismo de algunos actores, con un comportamiento exagerado más cercano al teatro que al cine, y la apariencia hierática del joven actor o de la propia hada, lo que hace que toda la perseverancia para ser un niño real y su conflicto continuo con la hada quede muy diluido, por no decir desaparecido del todo.

Hay que reconocer, eso sí, la apuesta de la dirección artística por maquillar al joven actor, en lugar de basarlo en efectos digitales. Un maquillaje y un diseño artístico que le ha valido ganar los premios Donatello de la cinematografía italiana.

El BCN Film Fest emerge del confinamiento provocado por la pandemia, como una palanca para impulsar la cultura en el territorio, promoviendo la vuelta al cine en una nueva normalidad donde, tal vez, lo más moderno y revolucionario sea ir al cine... ¿no creen?


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